Colonizar el paisaje

Pilas de libros, cuadernos, folletos, notas. Para la parte argentina de la novela. Desde “El almacén” de Olivari a la historia del tango, el diccionario lunfardo  de José Gobello, las seis películas de Gardel o un deuvedé de Juan Carlos Copes bailando tango y milonga con su hija.  Borges, aquí, sólo una nota a pie de página. Hay que leerlo todo, incluso para teclear un cuarto de folio. Patear el mapa del presente con la información del pasado. Sólo de esa forma colonizas el presente o lo real con tu imaginación y tu memoria. Pueblas el paisaje con tu mundo propio. Es un milagro asombroso que todavía hoy me sorprende. Te sitúas ante un escenario para la novela, y las viejas fotos, las lecturas, permiten borrar todo aquello que es superfluo para tu trabajo o no necesitas. Como si no estuviera ahí. Entonces, al fin, logras el milagro de ver sólo lo que necesitas ver.


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