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La habitación de la soprano

La isla de San Giorgio vista desde el interior de la habitación de Max. Ésta pudo perfectamente ser la habitación del hotel veneciano que, cuando el asunto de las joyas robadas, el personaje compartía con la soprano brasileña que se quedó sin ellas: compuesta, expoliada y sin gigoló. Por supuesto, la factura del Danieli la pagaba ella. Solían pagar ellas, en el caso de Max. O casi. El viejo zorro —a estas alturas ha recorrido un largo camino desde el Barracas arrabalero de Buenos Aires— siempre supo desenvolverse bien para esa clase de cosas. Tiene buena planta, simpatía, labia, mundología y otras virtudes más o menos útiles para su oficio que irán apareciendo en la novela. Supongo. En realidad me cae bien. Mucho. He invertido mucho trabajo en procurar que así sea: que me caiga bien. Aunque desde luego —conozco bien al personaje porque, además de crearlo, hace año y medio que convivo con él noche y día— nunca le confiaría ni dinero, ni joyas, ni una mujer que me importase conservar. Incluso la simpatía tiene unos límites.

Desde la ventana de Max

Este es un atardecer veneciano tal como lo veía Max, el protagonista, desde su balcón del hotel Danieli de Venecia cuando se asomaba hacia el lado de poniente. El Danieli es mencionado dos veces en la novela, brevemente, pues forma parte de los recuerdos del personaje principal. O más bien es escenario de alguno de ellos. En una de las ocasiones se refiere a un robo de joyas y dinero a una soprano brasileña allí alojada, incidente al que Max no es —o no fue, en otro tiempo— en absoluto ajeno. El otro episodio se refiere a una conversación del personaje con el conserje del hotel. La escena la sitúo a finales de los años 50, pero doy al conserje imaginario el nombre de uno de los actuales y más veteranos conserjes, Maurizio. El conserje de la novela, que durante cuatro décadas dio la llave de sus habitaciones a los hombres más ricos y las mujeres más bellas del mundo —casi tanto como el Maurizio real, por otra parte—, intercambia con Max, viejo cliente y casi amigo, algunos conceptos sobre esos y otros asuntos. Dinero, tentaciones, mujeres. Cosas así. De profesional a profesional.